El cabello de un niño y un adulto es distinto, más aún si hablamos de los bebés que suelen tener un cabello más fino y que va cambiando a medida que van creciendo, hasta que alcanzan el “cabello definitivo”, que pasará luego por varias fases paralelas a los cambios hormonales en el desarrollo.
Morfológicamente, los niños tienen la cabeza más pequeña, los contornos de la nuca más elevados que un adulto y las patillas y el área frontal más despoblada.
A medida que cumplimos años, sí es cierto que el cabello cambia, básicamente en cuanto a su grosor, densidad y color.
¿Sabíais que un bebé tiene más folículos pilosos que un adulto?
¡Aunque nazca con poco pelo! En la semana 22 de gestación un feto tendrá alrededor de un millón de folículos pilosos, que es el mayor número que tendrá en su vida, ya que no aparecerá ni crecerá ninguno nuevo.
En cuanto al color, los niños pueden tener el pelo más claro a cuando se hacen adultos. Esto es debido a que los cabellos jóvenes producen menos melanina, el pigmento de la piel, el cabello y el iris de los ojos, haciéndolo más transparente. A medida que nos hacemos mayores, esa transparencia disminuye y el cabello oscurece.